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Blanca Angélica Talavera de Ceuppens, un legado de calidad

Blanca Angélica Talavera de Ceuppens ha sido una de las mentes maestras detrás de una de las grandes industrias paraguayas de los últimos 50 años: Pollos Pechugón. Junto a su marido, Don Daniel A. Ceuppens, comenzaron un sueño que empezó a gestarse a comienzos de la década del 60, y que hoy es una realidad gigantesca.

Desde un galpón ubicado en la ciudad de Fernando de la Mora y una humilde incubadora de huevos en la ciudad capital del país, Asunción, el matrimonio comenzó el largo proceso de montar una empresa que terminaría convirtiéndose en una de las más importantes del Paraguay, tan solo a través de sus conocimientos en todo lo referente a la avicultura.

Cuando en 1964 se unieron en matrimonio, ambos decidieron juntar sus emprendimientos y concentrarlos en una finca comprada a crédito en la ciudad de Capiatá. Había nacido la Granja Avícola La Blanca, que hoy se constituye en una de las más imponentes locaciones industriales paraguayas en cuanto a maquinaria.

Por aquellos tiempos, la venta de pollo entero era la única manera de comercializar dicho tipo de carne, y lo que hacía la gran diferencia ante los consumidores era ofrecer un tipo de pollo faenado. A medida que fueron pasando las décadas, Doña Blanca fue viendo cómo aquel pequeño emprendimiento que había comenzado con su marido se fue volviendo cada vez más pujante.

Hoy el legado, tanto de la señora Blanca como de su marido, reside en sus hijos, quienes actualmente se encuentran desempeñando labores al frente de la empresa familiar con el objetivo de asegurar que la filosofía y los valores de su madre sigan guiando el destino de Pechugón, una empresa cuyo nombre es sinónimo de calidad en cualquier lugar del país.

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