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Es hora de ocuparse del propósito y sentido del trabajo

La diferencia entre trabajo estresante vs. apasionante depende más del propósito y el sentido que le otorgamos que de su intensidad o dureza. Si hay algo que estimule el compromiso de una persona es saber que su trabajo tiene un significado, un propósito más noble que la simple ejecución de una tarea.

Si sabemos que existe un sentido del trabajo, porque lo que hacemos impacta positivamente en la vida de otras personas – sea en el ámbito que sea (educación, salud, finanzas, etc.) -, entonces el trabajo puede dejar de ser “trabajo” y adquirir una dimensión mucho más profunda y gratificante.

Lamentablemente, en muchas organizaciones las personas no tienen un sentido del trabajo. Si le preguntamos a alguien qué es lo que hace, quizás diga: “facturo”. La respuesta está relacionada solamente a su tarea especifica.

La pérdida de conexión con el fin último de la organización transforma a las personas en meros ejecutores de una tarea.

Una especie de transacción en la cual la persona siente que entrega su tiempo a cambio de una remuneración. En este tipo de ambiente, la persona irá a la organización, hará su tarea, cumplirá con lo suyo y se irá para su casa (en el trabajo remoto, esto es aun más acentuado).

De manera que, si de lo que se trata es de una transacción tiempo-dinero, lo máximo a lo que podemos aspirar así es a comportamientos relacionados con el cumplimiento.

¿Qué aporta un propósito claro?

En cambio, si la organización tiene un propósito claro, definido y compartido por quienes la integran, entonces puede proveer otro nivel de conexión.

Algo emocional que estimula a las personas en tal forma que lleva a la tarea a tener otro nivel: un porqué, un para qué. Entonces, puede desatarse otra energía que genere comportamientos relacionados con el compromiso.

Dice Gonzalo Noya en su libro “Algo más grande. El poder del equipo para lograr lo imposible”:

A nivel organizacional, tener un propósito común implica que el equipo existe porque tiene algo más grande con lo que contribuir a la sociedad. Si está claro ese propósito, cuando se contratan personas, desde el día uno, se las integra al desafío colectivo.

El proceso de contratación es clave y, cuando hay un propósito, se puede verificar mucho mejor si la persona que está siendo considerada para la posición es las más adecuada.

Además, permite ser más claros, exigentes y honestos con la persona porque muchas veces el proceso de contratación solo se basa en los requerimientos del cargo sin aclarar lo más significativo: el propósito último del trabajo, esa razón más grande que une a los que trabajan en la organización.

Cuando este propósito existe, cada una de las unidades (Comercial, Finanzas, los equipos de procesos o de proyectos, etc.) pueden definir su propio propósito alineado al de la organización y dar un sentido mucho más significativo a cada unidad y por lo tanto a cada uno de sus miembros.

Propósito y resiliencia

Otro de los “subproductos” de un propósito noble tiene que ver con el manejo del stress y la generación de resiliencia. Cuanto más una persona está conectada al propósito, mejor podrá manejar los niveles de stress.

No porque el trabajo sea más fácil o los desafíos no sean enormes, sino porque la respuesta al stress no es la misma del que está por el dinero (que solo esta allí por eso y no tiene nada más a lo que sujetarse) que la persona que está por un sentido de algo más grande.

Además, es en los tiempos turbulentos, donde el sentido de lo que hacemos nos permite recuperarnos de cada caída -que sin dudas las habrá- y sostener el esfuerzo.

Cuando existe ese propósito que une a todos, la resiliencia ocurre también por ese sentimiento hacia los colegas. Como una responsabilidad adicional que emerge de esa sensación de comunidad en la que soy parte, junto a mis compañeros de trabajo, de ese “algo mas grande” que todos queremos.

Contrariamente a lo que muchos puedan pensar, los millenials son muy explícitos en cuanto a encontrar trabajos donde sientan que están contribuyendo con una causa importante. Más allá del dinero que les paguen.

Quizás muchas personas no han reflexionado lo suficiente sobre la enorme cantidad de energía que dedican a un trabajo que no los conecta emocionalmente. Por eso hay tantas frustraciones y conflictos en las organizaciones.

Quizás por eso sea hora de revisar profundamente estos conceptos y prestarles la atención que merecen.

Identificar el propósito

Identificar ese propósito tiene muchísimas implicancias. Entre otras, es una fuente vital que permite seleccionar mucho mejor a las personas que integrarán la organización.

Además de las capacidades técnicas necesarias, esa definición provee un soporte emocional mucho mayor para que las personas sepan claramente la razón mas profunda del trabajo.

Esta es una de las fuentes más importantes para la unión de toda la organización, para la existencia de un equipo único, mucho mas allá de todas las funciones, procesos o áreas. 

Esa identificación del sentido, esa misión noble tiene que venir desde la cima. Es una definición que atraerá a aquellos que la sientan de la misma manera. Y es desde allí, desde la responsabilidad del liderazgo que debe asegurarse que ese propósito es vivido por todos.

Es algo que los une en sus esfuerzos. No es una simple declaración “marketinera”, que se pone en camisetas o en vasos de la empresa. Es algo que se usa sistemáticamente para recordarnos porqué hacemos lo que hacemos.

Particularmente cuando hay decisiones difíciles que tomar, el propósito provee muchísima luz para elegir la alternativa mas adecuada.

Propósito y cultura organizacional

El propósito de la organización juega un papel central de la cultura, porque tiene la capacidad de ser el punto de unión de absolutamente todas las personas de la organización.

Ese sentimiento profundo de saber que uno es parte de algo mas grande da la energía emocional que permite a sus miembros encontrarse unidos por algo que vale la pena. Por esa sensación de sentido, del por qué o del para qué hacen lo que hacen.

Si lo que buscamos es compromiso, el propósito, que da significado a lo que hacemos, es determinante.

Artículo elaborado por Enrique Baliño, socio fundador de Xn Partners.

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